Sobre la acción (segunda entrega)
ESENCIA Y APARIENCIA 1
Uso y producción
"(...) Pues el mentado esfuerzo de Platón por diferenciar "el bien" de las "cosas buenas" se manifiesta en su insistencia en que "el bien" (y, a la sazón, las "esencias" y las "ideas") no pertenece a la categoría de las "cosas" en absoluto, ya que las cosas propiamente dichas se sitúan, para Platón, del lado de lo que él designa como poiêsis (producción), es decir, se trata siempre de algo que puede ser producido, mientras que el bien (así como las "esencias" o las ideas") no pertenece a tal género, sino a lo que Platón denomina khrêsis, uso o acción. El bien puede decirse de las cosas y hacerse con ellas -y el hacer el bien con las cosas no es nada más ni nada menos que remediar nuestras carencias-, pero no puede él mismo ser cosa alguna, ni siquiera especialísima o super-valiosa. El bien se hace patente en el "buen uso" de las cosas y, por tanto, es ante todo una categoría de la acción (práxis), no de la producción (poiêsis). Vemos así en qué sentido cabe interpretar rectamente las "esencias" o las "ideas" de Platón: una cosa sólo es lo que es, solamente corresponde a su "esencia" cuando se usa bien (una flauta sólo es lo que es -o sea, una flauta- cuando es tocada por un flautista experto, pues su "esencia" no consiste en una super-cosa hiper-elevada o valiosísima de la cual las flautas de este mundo fuesen copias, sino simplemente en el ser tocada bien). El bien es lo que proporciona la regla recta de la acción, lo que confiere a las acciones rectitud, lo que las hace merecedoras de ser valoradas como buenas (sin esa regla, las cosas serían ilimitadamente elásticas, se las podría usar de cualquier modo y daría lo mismo, porque no serían esto ni aquello, y lo mismo sucedería con las palabras)".
(...) Rodeados como estamos de "cosas" (productos), no tenemos más remedio que buscar la regla de la acción entre ellas, confundiéndola con una cosa más entre las cosas, y a lo sumo podemos pensar en ella como una cosa especialísima y super-elevada o como la suma de todas las cosas. Por ello, el alma máter de la enseñanza es para Platón la refutación (materia prima de la dialéctica o arte del diálogo), porque ella tiene como finalidad el hacer fracasar la investigación que busca la regla de la acción (el bien , la esencia o la idea) allí donde no está y donde nadie podrá encontrarla o, dicho de otra manera, el hacer al que busca la esencia consciente de su propia ignorancia de ella, conocedor del "error" que supone considerar la regla como una cosa entre las cosas buscándola del lado de la producción. Y también por eso el instrumento privilegiado de la dialéctica o arte del diálogo es la división (diahíresis), es decir, el reparar en que además de la producción (además de las "cosas") hay otro género de realidad "no-cósico" ni entitativo, el del uso (khrêsis) o la acción". (Ibid., págs. 95-98)
(...) Rodeados como estamos de "cosas" (productos), no tenemos más remedio que buscar la regla de la acción entre ellas, confundiéndola con una cosa más entre las cosas, y a lo sumo podemos pensar en ella como una cosa especialísima y super-elevada o como la suma de todas las cosas. Por ello, el alma máter de la enseñanza es para Platón la refutación (materia prima de la dialéctica o arte del diálogo), porque ella tiene como finalidad el hacer fracasar la investigación que busca la regla de la acción (el bien , la esencia o la idea) allí donde no está y donde nadie podrá encontrarla o, dicho de otra manera, el hacer al que busca la esencia consciente de su propia ignorancia de ella, conocedor del "error" que supone considerar la regla como una cosa entre las cosas buscándola del lado de la producción. Y también por eso el instrumento privilegiado de la dialéctica o arte del diálogo es la división (diahíresis), es decir, el reparar en que además de la producción (además de las "cosas") hay otro género de realidad "no-cósico" ni entitativo, el del uso (khrêsis) o la acción". (Ibid., págs. 95-98)
Comentarios
"Desde que mi hijo nazca hasta que lo inscriba en el registro civil con su partida de nacimiento pasarán unas 48 horas durante las cuales no dejaré de mirarlo y dialogar con él para que su nombre se nos desvele"
(En todo caso, ya tengo en la récamara "Jacobo")
Como parece que ya se acabó el tema, me atrevo a preguntar por si algún lector se anima a ayudarme.
La distinción entre idea y cosa, y no cosificación de la idea parece clara.
El ejemplo de la flauta es realmente pedagógico, pero lo que no entiendo es que si se dice "El bien se hace patente en el "buen uso" de las cosas y, [...] una cosa sólo es lo que es, solamente corresponde a su "esencia" cuando se usa bien"...Entonces como se determina ese bien?, quién determina ese buen uso?,se determina por si solo? quien dice que uso bien la flauta?, basta con que suene?, ha de sonar de una forma determinada y no de otra?.
Por que ha de sonar y no mejor ser lanzada al aire?.
¿El bien entonces depende de un grupo de expertos que dicen el uso correcto de la flauta?, del pensamiento? ¿de los organos sexuales?
Entonces el bien no es algo democrático? no es de todos?, alguien nos tiene que decir lo que es?.
Pues dice "sólo es lo que es -o sea, una flauta- cuando es tocada por un flautista experto", y ¿cuando lo toca un ceporro en qué se convierte en un violin?, si el experto nos tiene que decir lo que es si alguien nos tiene que decir lo que es ese bien, ¿no es ya cosificar a ese bien?, peor aun dominarlo?, imponerlo?.
Creo que son demasiadas preguntas, así que me temo que no habré entendido nada.
Si, parece que entiendo el final cuando dice:
"Por ello, el alma máter de la enseñanza es para Platón la refutación porque ella tiene como finalidad el hacer fracasar la investigación que busca la regla de la acción (el bien , la esencia o la idea) allí donde no está y donde nadie podrá encontrarla... el hacer al que busca la esencia consciente de su propia ignorancia de ella"
Precisamente por ello, y especialmente por la última frase, no entiendo muy bien el principio.
En fin amigos, que si alguien me da algo de luz lo agradeceré.
Saludos y gracias por anticipado.
el asunto no acaba aquí. He intercalado un post entre entrega y entrega (lo de "filosofía por entregas" me hace gracia) para que no resulte pesado. Pero hay más. Hasta ahora lo que sabemos es que la "idea" de algo no es una cosa, que la idea de bien no parece entonces que se pueda determinar mirando a ninguna cosa, y que entonces no surgen más que preguntas, como las que tú te formulas. ¿Hay un experto en el bien? ¿O el bien de la ciudad, el que nos ocupa, sólo se revela en el buen uso que de ella se hace? Y si así se revela, ¿lo hace de una vez por todas, o la hace una vez tras otra? ¿Y quién lo sabe? Inquietantes preguntas, cuando parecía que, según algunos, lo de Platón era haberlo resuelto todo, para espanto de librepensadores.
Continuará.
en una peli que ví hace poco, "El buen nombre", nos contaban que los hindúes de Calcuta no le ponen definitivamente un nombre a sus hijos hasta el cuarto o quinto año. Mientras tanto, hasta que encuentran el "buen nombre" ("namesake"), tiran con un apodo. Tú verás. Pero no le llames como su padre, que después se queda con Jacobito. Si quieres, siguiendo el ejemplo de la peli, apunto "Gogol", o más cañí, "Benito Pérez Galdós", mismamente.
Un saludo.
Ahora bien, que el eidos en Platón sea una acción me parece sorprendente. Tal y como lo expone Pardo, la esencia platónica es lo mismo que el bien aristotélico del que nos habla en Ética a Nicómaco: el bien de un cuchillo es cortar; el bien del hombre es actuar según lo propio, la razón. De hecho, el ejemplo del flautista es de Aristóteles. Por lo que parece, Pardo hace a la esencia de Platón inmanente: o bien le hace adoptar el punto de vista aristotélico, o bien hace que Aristóteles nunca reformulara la teoría de su maestro, sino que en realidad la continuó sin ruptura alguna. En cualquier caso la clave está en la correcta comprensión de la relación entre ideas o esencias y entes sensibles en Platón para que podamos comprender en qué sentido la mimesis o la methexis permite, según Pardo, hablar de acción en las ideas. Y me parece que no habría que salir de “República” para seguir el hilo de una posible inmanencia de las ideas en Platón.
Por otro lado, Platón no era un convencionalista en el lenguaje, de ahí su feroz crítica a todo sofista. El lenguaje dice la cosa independientemente de que haya un grupo de expertos que haga relativo todo. Una flauta es en Platón una flauta independientemente de que un grupo de expertos diga cuál es su uso o acción propia que la defina propiamente. Pues, en efecto, el sofista relativista llamará “flauta” a lo que a él le parezca, a un palo con agujeros, por ejemplo. En todo caso, Platón le puede replicar al sofista que al no ser matemático ni estar versado en la dialéctica no puede acceder a la esencia de la flauta.
En fin, quizá lo mejor sea que me lea el libro de Pardo para comprender mejor su postura respecto a este asunto, que no es cosa fácil entenderlo bien.