CONFERENCIAS EN VILLAFRANCA



Ayer Juan Pedro Viñuela, David López Sandoval y un servidor intervinimos en las jornadas sobre educación que ha convocado el "Seminario de Educación" de Villafranca de los Barros. Un grupo de profesores y maestros digno de todos los elogios: Pedro Rotili, Sebastián Merino, Álvaro Rodríguez y, por supuesto, mi compañero de Deseducativos, Juan Pedro Viñuela.

Esta es la conferencia de David, publicada en su blog "Autopsia": "Razones para abandonar toda esperanza". A continuación la mía. Que lo disfrutéis tanto como disfrutamos nosotros de la compañía y las atenciones de tan magníficos colegas.


EL ESTADO DE LA CUESTIÓN

(Villafranca de los Barros, 29-03-2014)




1. Al acabar la guerra Franco no tuvo más remedio que repartir el pastel de la enseñanza entre la Falange y la Iglesia Católica, con la dificultad añadida de haberse quedado sin profesores (liquidó a la mayoría), no contar con escuelas suficientes y no tener ni un duro en las arcas. Mucho más tarde, hacia el final de los sesenta, cuando empieza a mejorar el asunto económico, en pleno Desarrollismo y confiando en Villar Palasí, un tecnócrata ilustrado, se decide a abordar un proyecto de “educación pública” que fuese dirigido a la ampliación de la formación básica obligatoria, a una mayor extensión de la enseñanza media y al establecimiento de un exhaustivo control sobre todos los sectores de la enseñanza. Con la Ley General del 70 la educación vuelve a ser asunto del Estado, esto es, del partido único, que puede ya dominarla en toda su amplitud. Irrumpe entonces el OPUS y los primeros movimientos de renovación pedagógica, que se suman al empeño de instruir a los españoles. Nos volvemos modernos.


2. A la muerte de Franco, el presunto nuevo poder, el de los partidos políticos, encuentra en la enseñanza uno de los soportes fundamentales de su consolidación. No se trata únicamente de que el sistema educativo necesitase mejoras, lo cual podría haberse logrado simplemente mediante decretos inteligentes. No. Se necesitaba una nueva Ley General que pusiera de manifiesto el modo concreto en que este nuevo Estado plantearía su propio dominio del sistema educativo. Hay que tener en cuenta que la discusión de las leyes de educación permite una buena exhibición de intenciones ante la población, esto es, ante los votantes, una posibilidad de sacar el muestrario que otros ámbitos no ofrecen, o a costes mucho más considerables. Reformar el Código penal es mucho más complicado y menos resultón que reformar la enseñanza. Y además esto se puede hacer en unos meses y con unos cuantos expertos que nos sacamos de la manga (por ejemplo, la Ley que disfrutamos ahora y que pronto nos abandonará). Los partidos se van a acostumbrar a esta exhibición neurótica de sus buenas intenciones en materia educativa. Como todos sabemos, las consecuencias de tal exceso han sido demoledoras: cuatro Leyes generales en veinticuatro años, además de dos reformas de la Enseñanza universitaria. Y a pesar de todo esto, a pesar de esta sensación de deriva, cuando no de naufragio, voy a defender en este espacio que ustedes me prestan la siguiente tesis: más allá de las turbulencias hay algo que permanece y que está pactado. Hay un fondo intocable que ha enraizado y que nos costará mucho extirpar, como espero que demuestre mi colega David a continuación. Yo voy a proponerles una breve descripción de esta situación. No quiero referirme a asuntos didácticos, que considero sólo propios del ejercicio de la profesión en lo que atañe a cada materia, ni entraré en las frecuentes discusiones bizantinas sobre virtudes y vicios pedagógicos. Voy a intentar ajustarme sólo a la Pedagogía política, esto es, a lo que habitualmente se llama también “política educativa”. Y lo primero a tener en cuenta reza así:

3. Es el partido, como poder estatal, el que determina qué se enseña y cómo se enseña (tanto en lo pedagógico como en lo referente a los planes de estudios).

4. Para alcanzar este propósito los dos partidos que desde la LOGSE se reparten el poder (PSOE y PP) alcanzan un pacto de educación (la variante del “consenso” en lo que se refiere a la enseñanza), mediante el cual tienen que hacerse mutuas concesiones, determinadas por sus intenciones electoralistas (la nueva “ideología”, el discurso para la clientela, pura demagogia), aceptando mantener intocables ciertos acuerdos que responden a exigencias de los diversos grupos que les apoyan en las urnas.

5. Por parte del PSOE, se trata de reivindicar el viejo y frustrado concepto “republicano” de enseñanza “única e igualitaria”, programa que promueve, entre otros, Luis Gómez Llorente y apoya UGT, la principal fuerza de presión electoral del PSOE en ese momento. Se puede resumir en tres puntos: (1: el reconocimiento de que la educación es un servicio público que tiene que satisfacer las necesidades del cuerpo social, 2: la conveniencia de un ciclo único de enseñanza que articulará las diferentes etapas del sistema en una sola etapa obligatoria y 3: el establecimiento de un cuerpo único de profesores)

6. Por parte de los políticos del PP, se tratará de defender lo que éstos llaman la “libertad de enseñanza” con la intención de proteger el modelo de educación privada, en manos de la Iglesia principalmente, la cual constituye uno de sus mayores soportes electorales, así como las altas esferas de la empresa y el alto funcionariado, muy ligados ambos por otra parte a la Iglesia también. Manifiestan éstos con mucha convicción: “los poderes públicos no tienen derecho a educar a los ciudadanos”, sino que tienen que asegurar la libertad de los padres para decidir el tipo de enseñanza que desean, “sin otros límites que los constitucionales”. Lo cual realmente equivale a decir: “los poderes estatales no tienen derecho a reducir la educación a lo público, sino que deben proteger también lo nuestro, es decir, lo privado”.

7. No debemos confundir lo público con lo común, ni lo privado con lo singular. Porque al cabo se trata de eliminar ambos, de reducir cualquier modo de lo común, de lo social, a lo público, y cualquier modo de lo particular, de lo singular, a lo privado. Que por supuesto será tan protegido por el Estado tras el pacto, que se convertirá en enseñanza subsidiaria, esto es, en concertada. De modo tal que lo común, –la Literatura, la Historia, la Cultura en su más íntima y alta expresión–, pasarán a ser meros instrumentos de lo público estatal, al igual que cualquier iniciativa diferente, singular, quedará minimizada por la acción privatizadora, protectora, del Estado. Este sentido lamento del Catedrático de Didáctica José Gimeno Sacristán, asesor de Maravall, dolido por las ruinas de lo que fue, pone bien de manifiesto cuáles eran las intenciones: “Sonará a música lejana el canto a favor de la enseñanza pública, el concebirla como un espacio público real, donde los seres humanos se juntan, viven y se relacionan entre ellos de forma parecida a como lo hacen en la vida fuera de las aulas. Es el único espacio controlable que nos queda para socializar a los más jóvenes como ciudadanos diversos, también desiguales, donde se aprende junto a otros las obligaciones de la ciudadanía y el respeto a los derechos de todos”.

8. Y así que los dos partidos se lanzan a estatalizar, a dominar, tanto lo común como lo singular, convirtiéndolos ambos en objetos del poder, esto es, en dominio de lo público y de lo privado, incluyendo además en sus concesiones a diferentes grupos de presión que también cuentan con una nada despreciable cuota de influencia (los grupos mediáticos –por ejemplo, las editoriales católicas y PRISA–, los ámbitos de poder universitario relacionados con la política educativa –sociólogos, psicólogos y pedagogos gubernamentales– y los poderes de las Comunidades Autónomas preocupantes (Cataluña y el País Vasco), que insisten en el control de la Lengua y de la Historia como clave de la autoridad que ejercen sobre sus votantes desde la educación.

9. Por supuesto que este esfuerzo estatalizador, este afán de convertir la enseñanza en “pedagogía política”, en “política educativa”, no es nada nuevo. No me voy a remontar a Platón porque no acabaríamos nunca, y soy filósofo y me enredo con cualquier hilo. Vamos al ahora. Lo que ocurre en este tiempo en el que vivimos es que ha tenido que actualizarse.

10. La política educativa de los partidos en el momento que ahora nos ocupa, la llamada Democracia, se enfrentará a un sinfín de problemas de gran calado que incluso en algunos casos parece que tiene intención de resolver. Pero todos los retos se van a situar en el marco de este “pacto por la educación”, atendidos cuando lo apoyan y ninguneados o eliminados cuando se enfrentan a él.

11. ¿Y cuáles son sus tesis? ¿En qué consiste su dogmática?

12. En primer lugar, y vaya por delante, los alumnos, los profesores y los estudios no constituyen más que simples peones de su juego. La falta de respeto que se ha mostrado por estas tres instancias desde la LOGSE es pasmosa, indignante, digna de lo peor. Todos han sido puestos al servicio de un bien superior: el aprovechamiento de la educación por parte del partido para sus propios fines de perpetuación en el poder. La situación de los alumnos no ha importado nada, en ningún sentido, reducidos en muchas ocasiones a mera carne de eterno jardín de infancia, o zoológico, o cárcel, o psiquiátrico. A esta reclusión del menor le llaman “enseñanza obligatoria”, y consideran que es uno de los grandes triunfos de este país. A los profesores, para desactivarlos, se les ha tratado como a meros asalariados sin dignidad ninguna, rebajando el valor de su tarea a la altura del betún. Y en lo que respecta a los estudios, resulta que se han arrastrado por el fango gracias a decisiones arbitrarias, gratuitas, infundadas, hasta ya no saber ni qué hay que transmitir (“todo es educación”), ni por qué, ni si merece la pena, ni si no sería mejor dedicarse a la creatividad, la espontaneidad o cualquiera otra de las chorradas que se pueden proclamar cuando se ha vaciado de tal forma el sentido de la enseñanza que ya no sabemos ni qué estamos haciendo y por tanto ya no tenemos más remedio que reunirnos en infinitas horas de infinito tedio pedagógico e innovador. Realmente cualquier cosa mejor que entrar en clase. Mi materia, la Filosofía, no ha dejado de recibir golpes en cada cambio de Ley, y parece que éste va a ser ya definitivo. El knock out.

13. Primera situación inamovible: La enseñanza básica se ha convertido en una etapa indiscutible que acaba a los 12 años, que no tiene que rendir cuentas a nadie, y que permite a los profesionales más escarnecidos durante el franquismo, los maestros, que no recibieron un sueldo digno hasta el gobierno de Suárez, desentenderse de los alumnos que más les molestaban, explorar las innumerables posibilidades de la inventiva didáctica gracias a que sus objetivos son difusos y no están contrastados e incluso disfrutar por un tiempo en el “cuerpo único” que tanto soñaron (“todos somos educadores”), cuando se les posibilitó el ascenso a los Institutos en el primer ciclo de Secundaria, experiencia de la que algunos que conozco salieron corriendo despavoridos para retornar a la tranquilidad bullanguera de sus colegios. Por descontado que su labor me parece encomiable. Estoy hablando de la situación en que les ha puesto el poder político. Y hay que decir que aplaudida por muchos de sus múltiples y diversos colectivos, que constituyeron el apoyo más firme con que contó la reforma, aparte de ser el grupo con más presencia sindical, por ser también el que más suele participar en las elecciones. Los sindicatos y las asociaciones de renovación se han hinchado en los últimos treinta años a darles cursillos, para mejorar sus habilidades pedagógicas, en justa correspondencia con el apoyo prestado.

14. Segunda situación: confluencia en los Institutos de todos los problemas educativos del universo debido a la reunión en ellos de las más delicadas etapas de edad, de todas las modalidades de alumnos habidos y por haber, y de un sistema de enseñanza único que sólo permite aliviar tensiones gracias al parche de la tan cacareada “atención a la diversidad”, cutre desde el principio e inexistente ahora en cuanto hemos empezado a rebajar los cuatro cochinos euros que se otorgaban a tales menesteres. El todos juntos y diversos por las narices y por el igualitarismo hostil de los llamados progresistas, como gran logro de una enseñanza no segregadora, se ha convertido en el gran dogma que ni siquiera la llamada derecha ha tenido intención de derrocar, habida cuenta de que a ellos también les interesa tener a los suyos, lo privado, bien juntitos, subvencionados y con el mismo uniforme hasta la Universidad, siempre que puedan seguir manteniendo alejados de lo propio a aquellos con los que no quieren estar, por supuesto. El éxito académico de los alumnos es lo de menos. Importa una higa. Si no fuera por el discutido informe PISA nadie se enteraría de nada y miel sobre hojuelas. E incluso aún así algunos opinan que mientras en España siga habiendo menos suicidio juvenil que en Finlandia la escuela cumple su cometido.

Y sobre el bachillerato qué se puede decir que no se haya dicho. Hubo, incluso, un ministro de educación, allá en los sesenta, Manuel Lora Tamayo (1962-1968) que llegó a afirmar que “el bachillerato era mejor no tocarlo: cada vez que se modificaba, se estropeaba más”. Ahora, de haberlo tocado tanto, gozamos de uno demediado, ridículo, con un plan de estudios digno de un bellaco. Las materias de Ciencias dejadas al albur del último capricho (gana la Biología por goleada y pierden la Física y la Química), y las de Letras reducidas a una Historia desvertebrada y a una Lengua cansina, sintáctica, analfabeta y antiliteraria. La inquina que se tiene al Bachillerato en la tradición pedagógica española es tan atroz, que ni siquiera los actuales pseudoliberales madrileños (Alicia Delibes y su troupe), que parecía que se habían decidido a sacar adelante una mejora del status del bachillerato, teniendo a uno de los suyos en el gobierno, el tal Wert, digo que ni siquiera ellos, supuesta gente de bien, han podido o han querido luchar por enmendar mínimamente la situación planteando una tímida propuesta de bachillerato de tres años. Nada. Las fichas no se tocan. Y ellos, la supuesta gente de bien, no están para correr riesgos. Simplemente se contentan con sus aspavientos y los brindis a la galería: bachillerato de excelencia, centros bilingües, bachilleratos internacionales… Carroña al fin y al cabo.

15. Tercera situación: ¿cuántas veces hemos escuchado el mantra de que hay que mejorar la FP? Se lo hemos oído decir al locutor del NODO al inicio de esta película. En España, lo venimos repitiendo desde Atapuerca por lo menos. La Reforma se cargó la FP como plan de estudios, en su afán por “dignificarla”, que era lo que se decía, y la convirtió en nada, para dignificarla más. El grado medio quedó todavía más desastrado que lo que en la Ley del 70 le correspondía: ahora sólo consiste en un simple aparcamiento momentáneo de alumnos que no tienen más opciones, sin ninguna expectativa de proseguir una formación media. El grado superior, meros talleres de formación para el empleo tipo academia de barrio, y muy costosos, por lo que la próxima Ley, claro, intenta quitárselos de encima con la milonga de colocárselos a las empresas. Ya pretendía Jordi Pujol que el INEM se quedase con la formación laboral. Es otro dogma: la Formación Profesional les importa un bledo, porque la desprecian y porque ninguno de los partidos políticos (ni sus sindicatos, ni sus asociaciones patronales) piensa que seamos un país en el que merezca la pena formar buenos profesionales. La FP ya estaba muerta en la Reforma de la LOGSE.

16. Cuarta situación: la Universidad. La Universidad no tiene arreglo. Es un auténtico reino interno de taifas en un país de grandes taifas geopolíticas. No hay por dónde cogerla. El principio es el siguiente: “Que hagan lo que quieran. Que gasten lo que quieran. Son los nuestros”. Quizás nadie tiene en nuestro país tanto poder de decisión y tanta autonomía como un Rector. Y el poder político está tan implicado en los sórdidos manejos y privilegios de la Universidad española que no va a mover un dedo por airear la podredumbre, máxime teniendo en cuenta que en gran parte se alimenta profesionalmente de ella. La Universidad actual, por una parte directa heredera del juego de fuerzas de la Universidad y la alta administración franquista, por la otra añade desde la Transición al cotarro académico a los nuevos grupos del poder progresista (licenciados comunistas, licenciados socialistas y licenciados autonómicos, normalmente de carácter mixto). Extraídos de la burguesía que se enfrentó a Franco y de sus organizaciones políticas, no sienten ningún reparo en copiar al pie de la letra, sin salirse ni una coma, el antiguo sistema de organización y jerarquía que habían impuesto los académicos del franquismo. Gozamos del Cuerpo de catedráticos universitarios más grande del planeta. En algunas Universidades de los reinos de taifas hay departamentos con cuatro alumnos y diez catedráticos. Y tienen a su servicio a meritorios interinos que en situaciones de ruindad docente esperan lánguidamente que les llegue el momento de ascender a los cielos empíreos gracias a esa soñada plaza por la que estarían dispuestos a vender su alma al diablo. Todas las reformas universitarias desde la Transición lo único que han insistido es en recrudecer la corrupción, facilitar la endogamia y mantener la impunidad. Y esto parece que lo van a sostener tirios y troyanos por los siglos de los siglos.

17. Que tenemos al final. Un sistema que masifica en aras de la igualdad por decreto (lo público) o de la pureza de sangre por oscuro linaje (lo privado), al que no le preocupa ni lo más mínimo la alfabetización de sus súbditos, ocultando lo que no tiene intención de lograr con las más arteras justificaciones pedagógicas, que fracasa estrepitosamente, lo cual se la trae al fresco, pero insiste en que lo importante es que los alumnos estén bien encerraditos, que si pudiera pasaría de la formación profesional, pero no tiene emprendedores suficientemente motivados para colgarles el muerto, y que no está dispuesto a preocuparse por la Universidad porque no la concibe como institución de enseñanza superior e investigación, sino como local de copas y por la tarde a los toros.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Magnífico, certero análisis. Dudo solamente de que ya la Iglesia tenga tanto poder en la Educación, puesto que ya el cero no controla ni sus propios coles de toda la vida. Ni comparto que la base electoral del PP sea católica. Salvo ese detalle del análisis, tras 30 años de dedicación a la enseñanza pública, viendo su deterioro día a día, año a año, este análisis es perfecto. Falta añadir que yo ya sólo creo en una sociedad desecolarizada. Delenda est Schola!
Anónimo ha dicho que…

Buenos Días:

El artículo me ha encantando, resume de forma genial el proceso de degradación y cambio que ha sufrido la escuela pública.

Solo quiero varias aclaraciones:

Primero, ¿A que se refiere con igualitarismo hostil?

Segundo: ¿Hay más libros sobre el tema?

Tercero: ¿Que le aconsejaría usted a los estudiantes, sobre todo en la Universidad?

Un saludo.
Anónimo ha dicho que…
Excelente artículo !!
Desde la caverna de Platón ha dicho que…
Anónimo 1,

Gracias por su comentario. De cualquier manera yo sí creo que la Iglesia, sobre todo en lo que respecta a la enseñanza, sigue manteniendo su poder. Lo que ocurre es que se ha desprendido de su parafernalia y ya sólo funciona como negocio, como empresa. "LOS COLEGIOS DE DIOS S.L.". Para adecuarse a los tiempos y no dar miedito a los padres de familia pseudoprogresistas o ñoñoconservadores. La base electoral del PP es católica tal como se es católico hoy en día en esta España hipócrita y torticera: como pose, como simulacro. La Iglesia no precisa más que de esta actitud malsana. Con esto tiene suficiente.

Anónimo 2,

entiendo el "igualitarismo hostil" como aquél que anula la diferencia, por decreto, dejando intacta la verdadera desigualdad, esto es, la injusta. Por ejemplo, la ESO. Sólo permite la consolidación de la desigualdad (institutos de barrio alto, de barrio bajo, colegios para ricos, colegios para mediocres), pero en ningún momento admite la posibilidad de planes de estudio alternativos, originales, específicos.

Hay ya varios libros que analizan lo que ha ocurrido con la enseñanza. Permítame recomendarle a usted los libros de Gregorio Luri, que puede encontrar en su blog: http://elcafedeocata.blogspot.com.es/
y un artículo mío que escribí para la revista AULA:
https://dl.dropboxusercontent.com/u/5309110/Espa%C3%B1a%2C%20Europa%2C%20la%20educaci%C3%B3n%20y%20la%20filosof%C3%ADa.doc

A los universitarios les aconsejaría que pegasen fuego a las Facultades. Hace muchos años que no se me ocurre una solución menos drástica, más razonable.

Anónimo 3,
muchas gracias.
Anónimo ha dicho que…
Buen consejo Antonio, no sé si realmente para qué sirven las facultades. Creo que para todo menos para lo que tendrían que servir.

De un antiguo alumno tuyo que pasaba por aquí

JBC

Entradas populares