Esto no es música




Así reza un libro que José Luis Pardo publicó el año pasado. Lleva por subtítulo: "Introducción al malestar en la cultura de masas". La pregunta inicial sólo parecía entrever un mero pasatiempo: ¿qué hacen todos estos personajes en la portada del Sgt. Peppers? ¿Por qué los Beatles los pusieron ahí?
Se nos ocurriría pensar que la selección es meramente fortuita, un simple acopio. Tampoco podía uno imaginar profundas intenciones en lo que parecía ser una mera portada de disco, presidida por unos chicos de Liverpool a los que uno había idolatrado, no precisamente por su capacidad especulativa. Pero lo que descubre Pardo es un complejo universo en el que se han dado cita los filósofos griegos, el arte contemporáneo, la música pop, el jazz, el boxeo, Sissi Emperatriz, su asesino Lucheni, Hegel, Marx y Engels, Leibniz, Oscar Wilde, Charlie Parker, el vodevil, la zarzuela, el music hall, las sufragistas, Churchill, Nietzsche, Deleuze, Vargas y Petty, Charlot, Kant, la Gran Vía y el barrio de la Bomba, Mae West, Platón por doquiera, el darwinismo social y el biológico, Bernard Shaw y Eliza Doolittle, los pre-rafaelistas, Bod Dylan y Don McLean, Foucault, y muchos otros, pero no en una mezcolanza caótica, sino en un trabado tejido que nos ofrece, atrevido, el espectáculo de nuestro tiempo. Un libro de quitarse el sombrero.
Dejo aquí un fragmento:
"Así como Bataille descubrió, primero con fascinación y luego con horror, la existencia de una "derecha nietzscheana" (y sadeana) en el seno del fascismo y tuvo que experimentar dolorosamente cómo resonaban en ella sus declaraciones acerca de la soberanía exorbitante, así también Deleuze y Guattari tuvieron que asistir al modo en que sus consignas acerca de la "liberación de los pueblos oprimidos del Deseo" y de la aceptación del delirio histórico-político del inconsciente en términos de raza y de nación se reciclaban en las fantasías inverosímiles del nacionalismo, en las políticas diferencialistas de la identidad y hasta en el discurso soberanista del terrorismo. Pero el escollo principal de estos pensadores no fue sólo el descubrimiento de una "derecha nietzscheana" en el seno de los movimientos reaccionarios, nacionalistas, neo-conservadores o para-fascistas, sino la ya mentada "afinidad" entre el capitalismo y la "revolución molecular", la simpatía hacia el diablo, que les colocó en una imprevista y asombrosa situación de coincidencia objetiva con una derecha post-liberal que no dudó en convertirse al nietzscheanismo empresarial de la globalización (ahora sí que nos vamos a divertir, yo sí que soy el saltarín Jack el Relámpago, veréis qué juerga) . Por estos motivos, toda la retórica revolucionaria de la izquierda nietzscheana fue pasando inadvertidamente al lado derecho de la "división" (¿o fue la derecha misma la que se volvió fantástica e izquierdista?) y aquel discurso subversivo fue empleado para promover exactamente lo que los "revolucionarios" querían, es decir, la destrucción del Estado del bienestar, una destrucción que ha traído al mundo -tanto al desarrollado como al subdesarrollado- nuevas vergüenzas y humillaciones que todos creían desechadas para siempre del mismo modo que ciertas enfermedades infecciosas fueron erradicadas de Europa por la penicilina. Nadie podía prever, en efecto, que la "salida del desierto" consistiría, para satisfacer plenamente la nostalgia de los románticos, en una creciente pomeranización del Estado del bienestar que parece proponerse ir liquidando una tras otra sus conquistas" (op. cit., pág. 464-466).

El miércoles comienzan las clases en la Universidad. Feliz Año Nuevo a todos.

Comentarios

JAKKOBO ha dicho que…
Commonwealth, estado de bienestar o la dichosa manía de que lo que hay que hacer es ser feliz, tiranía del buen rollo...ya sabes de lo que hablo Antonio.
Y yo con mi manual de anti-ayuda a cuestas de un lao pa otro...jeje...
Suerte en el nuevo curso que empieza...hoy?
Un efusivo saludo

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